En estos últimos años se está produciendo un auge de la industria del biogás como una de las alternativas a los combustibles fósiles tradicionales, fundamentalmente al gas natural. Son numerosas las voces que hacen eco de los beneficios de este combustible, sin embargo se está pasando por alto que el problema no reside en el producto sino el sistema de producción y en el modelo de planta que se está imponiendo (para ser rentables tienen que ser enormes).
En el modelo de planta de biogás que se está imponiendo en la actualidad, los purines son sólo una parte de lo que se nutren los digestores, también lo hacen de lodos de depuradoras urbanas y de procesos industriales, restos de mataderos y cadáveres, todo tipo de estiércoles, fracción orgánica de residuos sólidos urbanos (basura) y restos alimentarios y agrícolas de todo tipo.
Fases dentro de las plantas de biogás
Para entender hasta qué punto pueden ser perjudiciales estas plantas para su entorno, en primer lugar es necesario conocer las fases del proceso que ocurre dentro ellas junto con los efectos adversos que llevan consigo dichas fases:
1. Transporte de purines y del resto de cosustratos hacia la planta de biogás
– Aumento de tráfico de camiones (tienen entre 20 y 30 toneladas) en las inmediaciones del municipio
– Degradación prematura de vías públicas
– Alta huella de carbono ya que muchos de los residuos vienen de muy lejos (hasta de 400 km)
2. Almacenaje de purines en la planta de biogás. Esterilización y triturado de los cadáveres.
– Malos olores
– Emisión de gases nocivos para la salud (H2S Ácido sulfhídrico)
– Si se hace al aire libre emisiones de metano
– Gasto energético
3. Homogeneización de purines y resto de cosustratos
– Gasto energético
– Malos olores
4. Digestión (fermentación) de purines
Se generan numerosos gases, unos aprovechables (metano) y otros gases no aprovechables como el H2S (Ácido sulfhídrico), el cual es pernicioso para la salud (se tiene que retirar y convertir en ácido sulfúrico), y CO2, que supone entre un 40 a 45% del total de gases, y que normalmente se emite a la atmósfera (a veces se licúa pero es carísimo y no se suele hacer).
5. Separación de la parte sólida de la líquida del digestato
La separación se suele hacer por centrifugación. En todo el proceso, la cantidad de nitrógeno que tenían los purines permanece intacta. Si no se separa pasamos al siguiente punto.
El proceso de separación requiere consumo energético y nos deja una parte sólida más pobre en materia orgánica ya que parte se ha convertido en biogás, y una parte líquida que es la que suele contener los nitratos y todavía bastante materia orgánica. La parte sólida se tiene que secar, con calor o al aire libre con los olores subsiguientes, y la líquida se tiene que almacenar en balsas para su aplicación como abono, con los subsiguientes malos olores.
6. Almacenaje de digestato sin tratar
– Generación de grandes cantidades de residuo maloliente en estado semilíquido (se requieren balsas enormes de muy elevada capacidad para recibir toda la materia que sale diariamente del digestor).
– Riesgo de mala gestión de residuos al tratarse de un subproducto de muy poco valor.
– Riesgo de presencia de trazas de compuestos químicos y de metales pesados procedentes de los lodos
– No se hacen análisis químicos, porque no existe obligación de hacerlos, sólo bacteriológicos.
– Hay otro consumo de energía.
7. Transporte del digestato
La cantidad de digestato que puede llegar a ser generado por una planta de biogás es mucho mayor que la que puede ser absorbida como fertilizante de las tierras del término municipal. Hablamos a veces ¡de más de 400 toneladas diarias!
A continuación, se muestra un esquema del flujo de operación de una planta de biogás:
Perjuicios de las plantas de biogás
- Malos olores derivados de almacenar cientos y cientos de toneladas de materia orgánica y de los diversos procesos a los que se somete esta.
- Emisión de gases perniciosos para la salud como el ácido sulfúrico (H2S) al entorno, el cual en bajas concentraciones es mal oliente pero en altas no, lo que lo hace aún más peligroso.
- Aumento de tráfico de vehículos pesados.
- Dispersión del digestato por los campos como abono, a veces se ofrece gratuitamente a los agricultores diciéndoles que es un excelente abono. No conocemos ningún estudio serio que avale esto.
- El tamaño de las plantas hace difícil manejar los riesgos ambientales
El negocio de este tipo de plantas es, por una parte beneficiarse de subvenciones y ayudas, y por otra parte la gestión de todos los residuos que nadie quiere tener cerca ni hacer nada con ellos.
Es importante advertir la peligrosidad del ácido sulfhídrico (H2S) sobre las personas. Se trata de un gas más pesado que el aire, por lo que su concentración aumenta conforme nos acercamos al suelo. :
– 0,2 ppm en el aire pueden ser percibidas olfativamente.
– 20 ppm huele a fuga de gas pero aún puede ser tolerado
– 50 ppm provoca irritaciones y comienza el peligro
-150 ppm el peligro es grande y con 250 existe riesgo de muerte.
Existen numerosos estudios clínicos que han demostrado que la exposición a bajas concentraciones de sulfhídrico son suficientes para causar graves problemas en la salud:
– Irritaciones.
– Problemas respiratorios, más acusados en personas asmáticas y/o con daños pulmonares o incluso fumadores.
– Daños cerebrales como lapsos de concentración, mala memoria, merma de las capacidades motoras etc.
– En bajas concentraciones puede llegar a causar la muerte.
Los efectos adversos comentados anteriormente se ven potenciados en los niños ya que al tratarse de un gas más pesado que el aire la cantidad respirada es mayor cuanto menor es la altura, por lo que por regla general los niños están más expuestos a los efectos del sulfhídrico. Por no hablar de lo grave que puede llegar a ser el daño cerebral en etapas de desarrollo.
Diferenciar «biogás» de «planta de biogás»
A la hora de informarse o interpretar la información sobre el biogás es fundamental distinguir entre el biogás y las plantas de producción de biogás. Es cierto que el biogás (mayoritariamente metano) es menos contaminante que los gases tradicionales derivados del fósil (ej. butano, propano…) pero en el modelo de macroplantas, tanto las actividades a las que dan soporte (agro-ganadería industrial) como la dependencia de energía fósil que conllevan como el volumen de residuos que generan no suponen un avance en la descarbonización, sin hablar de la colonización energética que suponen. Los grandes grupos energéticos de fósiles, responsables del calentamiento, serán ahora los que controlen esta producción. Y de la dependencia energética del gas natural fósil, pasaremos a la de la ganadería industrial y de las industrias de piensos.
Al igual que ocurre con las macrogranjas constan de procesos muy automatizados que requieren muy poca mano de obra no cualificada. Además la operación y el mantenimiento de este tipo de plantas suele estar subcontratado a grandes empresas por lo que tampoco generaría puestos de mano de obra cualificada.
La instalación de algunas de las plantas de biogás junto a macrogranjas supone una ventaja legal, ya que se asocian a la gestión de purines de la propia explotación y evitando así los cauces de legalización de plantas de generación que son mucho más estrictos, pero luego acaban recibiendo residuos de todas partes.
Calculadora de emisones netas de CO2 equivalente de una planta de biogásVídeo de charla informativa
Mapas de gaseoductos en España
Propuestas de Stop Ganadería Industrial
Proponemos:
- Optar por un modelo energético descentralizado y flexible, impulsando el autoconsumo y autoabastecimiento de núcleos pequeños de población.
- Establecer limitaciones al modelo de plantas de biogás: distancia a núcleos de población, distancia del origen de los materiales usados, limitar el tamaño para evitar los daños ambientales y molestias a la población. Evitar así aberraciones de macroplantas.
- Legislar el sector estableciendo una serie de parámetros que deban cumplir las instalaciones en cuanto a los materiales que entran como a los que salen.
- Un plan para la reducción paulatina del número de cabezas de ganadería industrial hasta equilibrar los residuos generados con la capacidad de tratamiento y uso sostenibles. España exporta más de la mitad de la producción de carne de porcino, no se trata realmente de soberanía alimentaria. Debemos plantearnos si queremos convertirnos en un país estercolero. También es necesario un plan de apoyo a la ganadería extensiva que frene su caída.
- Medidas de control y sanciones, que quien contamine pague.